No voy a decir que era la fan número uno de Robin Williams (los que me conocéis bien sabéis que mi prefe forever es Dustin Hoffman). Pero sí diré que siempre estuvo ahí. Puede que silencioso. Puede que con su repentina e inesperada muerte me haya dado cuenta de su presencia en mi infancia. No estoy diciendo que pasara desapercibido, porque era imposible. Simplemente no me había dado cuenta de la importancia que este señor había tenido en mi infancia.
La noticia de su muerte me ha dejado hecha polvo, no os lo voy a negar. Me puede la pena de pensar que detrás de esa sonrisa, detrás de ese hombre que tantas veces nos ha hecho reír, se escondía una depresión que, por lo que parece podía haberlo conducido a acabar con todo. Un hombre que ha inspirado a otros tantos, un hombre capaz de hacernos reír con la misma facilidad con la que nos hacía llorar. Un hombre con cara de bueno y que a todo el mundo caía bien. Un hombre que tenía un Oscar pero que, como premio más importante, tenía el cariño del público y de sus compañeros de profesión. Una profesión que le había dado fama, dinero… Una familia… Aún así llevaba muchos años luchando contra su adicción a las drogas y al alcohol. ¿Qué le faltaba a Robin Williams para ser feliz? A nosotros nos había hecho felices. Sobre todo cuando éramos niños. ¿Qué le faltaba a él? Cuanto más pienso en esto, más me entristece…
Pero vayamos por partes… Hace poco volví a ver Aladdin. Mentiría si digo que el genio no es mi personaje favorito. Pues era él. Hace un poco más de tiempo volví a ver Jumanji. Ambas me encantaban de niña. Y sí, siempre deseé, en el fondo, que el juego de Jumanji existiera. Además, la película es lo que es por la interpretación de Williams. Que sí, que es muy entretenida. Pero si me quedo con algo, es con su Alan Parrish.
A raíz de la noticia, he decidido comenzar un maratón de algunas de sus pelis. He decidido que las tres primeras sean Jack, Hook y El Club de los Poetas Muertos, porque, diría que son mis favoritas. Podría dejarlo ahí pero… ¿cómo dejar a un lado El indomable Will Hunting, Patch Adams o Buenos días, Vietnam?
Comienzo con Jack. Apenas 12 minutos de película y ya estoy con la lágrima saltada. Me ha bastado la mirada tierna e infantil de Robin Williams en la ventana. Así soy yo… La película en sí es pura ternura. Hasta JLo está magnífica. Nadie, salvo Robin Williams, podía haberla hecho. Y esto es así. Jack era una papel hecho para él. No hay más. Me paso toda la película queriendo abrazarlo. No es de ahora. Es de siempre. Pero ahora con más razón… Como le dice a Jack su profesor, el también genial Bill Cosby, yo a Robin Williams le diría eso de «you are like a shooting star among ordinary stars… It’s wonderful. It passes quickly, but while it’s here it just lights up the whole sky. It’s the most beautiful thing you’d ever want to see. So beautiful that the other stars stop and watch. You almost never see one… They’re very rare. Quite rare. But I saw one. I did… You’ll never be regular. You’re spectacular«.
Y de la historia del niño que quería crecer pero le daba pánico porque crecía cuatro veces más rápido de lo normal (por lo que no crecería mucho más allá de los 20 años), pasamos a la historia del niño que no quería crecer pero creció. Me refiero, claro, a Hook. Por si no lo sabéis, Peter Pan es mi cuento favorito (y por lo tanto, una de mis películas Disney favoritas). Sólo Steven Spielberg pudo tener la idea de hacer crecer a Peter Pan. Y sólo Robin Williams pudo encarnar a este Peter Pan entrado en años que debe volver a Nunca Jamás. Es un peliculón. Y punto. Que a Peter Banning, antiguamente Peter Pan, ahora que es adulto le de miedo volar me parece simplemente una genialidad… En esta ocasión, me ha partido el alma escuchar a Robin Williams decir tanto aquello de «To die would be a grand adventure!» como lo de «To live would be an awfully big adventure!«. En cualquier caso… ¡¡Bangaran, Robin Williams!!
Quizá para hablar de El Club de los Poetas Muertos necesitaría una entrada de este blog en exclusividad. Pero bueno, ya que me he puesto… Prometo no alargar esto mucho más… Para empezar, ¿alguien de mi generación que no haya estado alguna vez enamorada de Ethan Hawke? Vale que en esta película no sale muy allá, pero luego se puso muy guapete…
Posiblemente la primera vez que estuve expuesta a la idea del carpe diem fue la primera vez que vi esta película. Fue él, Robin Williams, el señor Keating, el que me dijo por primera vez -que yo recuerde- que viva el momento. Que la vida es una y cuando se acaba no hay más.
Lo siguiente que me enseñó el señor Keating fue a disfrutar de la poesía. La primera vez que vi la película yo debía ser algo entre niña y adolescente y, aunque adoraba leer, la poesía no despertaba demasiado mi interés. Gracias a esta película me fui atreviendo, poco a poco, con la poesía. En poco tiempo, las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer me parecieron imprescindibles. Luego vinieron Antonio Machado, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda y Mario Benedetti, entre otros. Cuando comencé la carrera (recordemos que estudié Filología Inglesa), descubrí a los grandes poetas ingleses, como William Shakespeare o John Milton, así como a los norteamericanos, como Walt Whitman (tan representativo de esta película), Emily Dickinson e incluso Edgar Allan Poe. También es cierto que desde el colegio a la universidad he tenido profesores que han fomentado mi pasión por la lectura, no sólo de poesía. Pero tengo que admitir que de despertarme el gusanillo de la poesía fue primer culpable el señor Keating…
El señor Keating me enseñó que hay luchar por lo que uno quiere, por sus sueños. «Sólo al soñar tenemos libertad. Siempre fue así y siempre así será«. Con esta película aprendí que los sueños están para cumplirlos. Que el que la sigue la consigue y que tenemos que ser dueños de nuestras propias vidas. Aprendí además a no callarme, a expresar mi opinión, le pese a quien le pese, porque nadie tiene la verdad absoluta («Cuando lean no consideren sólo lo que piensa el autor. Consideren lo que piensan ustedes. Muchachos, deben luchar por encontrar su propia voz«).
Gracias a esta película aprendimos valores como la amistad, la lealtad y el amor por lo que uno hace, a pesar de todo.
Además, es imposible no llorar con esa escena final. Por todo esto y mucho más es una película que debería ver todo el mundo al menos una vez en su vida. Voy más allá: debería ser incluso obligatoria en los colegios. He dicho.
Si habéis visto Jumanji y entendéis inglés, esta foto no necesita explicación…
Para terminar, algo que escribí en mis redes sociales:
«…me costaba dormir, como de costumbre. En ese desvelo recibí la noticia de la muerte de @therobinwilliams. No me lo podía creer. Este hombre era parte de la infancia de mi generación. Nos enseñó valores en#ElClubDeLosPoetasMuertos. Nos hizo reír tanto como llorar. Pocos actores pueden presumir de eso. ¿Qué habría sido de nuestra infancia sin películas como #Jumanji, #Aladdin, #Jack, #Flubber o #Hook? Nuestra infancia ha muerto y lo sabemos. Nos hemos hecho mayores, como su Peter Pan. Nunca olvidaré su sonrisa, esa que transmitía con su boca y sobre todo con sus ojos. Te recordaremos siempre, oh capitán, mi capitán…«